lunes, 21 de diciembre de 2009

la democracia en el Perú y el Sindicalismo


Nuestra Historia Sindical Gremial está llena de altibajos en cuyo curso histórico se destacan muchas gestas heroicas y sacrificios personales de hombres que creyeron en el derecho social que asiste a los trabajadores a alcanzar la justicia social tan anhelada por todos.

Es el caso que esta última década nuestra sociedad sufrió el acoso más cruel e imaginado, reduciendo a su mínima expresión a numerosas representaciones, de las cuales se creía inexpugnables e imposibles de desaparecer, pero sin embargo el poder de un gobierno irracional y cruel como el de Fujimori-Montesinos usando el chantaje, la extorsión, el latrocinio, etc. En 10 años casi redujo las organizaciones sindicales de toda naturaleza a su mínima expresión.

Todos sabemos que las organizaciones sindicales son instituciones cuyo aporte a la sociedad, permite un desarrollo equilibrado y consecuente evitando acumulaciones de inconformidades y desagrados que nos permitan la paz y tranquilidad social.

Por que es natural se filtren en el poder, los que ayer fueron seguidores y adoradores de la Dictadura y añoran la opresión como herramienta de tortura a sus hermanos, cual Caínes, y mientras muestran una cara de arrepentimiento le ocultan sus vínculos con la Dictadura aconsejan en contra de principios elementales de una Democracia plena.

Por lo que desde aquí decimos ADELANTE que la democracia espera de su gobierno el gozo de ver a los organismos sindicales de toda índole amparados en sus derechos, fortalecidos en sus razones ya tendidos debidamente por el Poder Político que no es otro que el conjunto de poderes otorgado por todos los organismos gremiales y sindicales, etc.

Sólo aquellos que aún afloran métodos dictatoriales, rechazados por el Mundo Demócrata, atrasan y retrasan el surgimiento, el Desarrollo y el amparo con que deben contar estos organismos y sus miembros, sea donde sea y sean quienes sean, sin discriminación alguna.

Extraña poderosamente que un gobierno de raíces democráticas, cuyo jefe y fundador aún vive, esté perdiendo esta gran oportunidad en el presente y no dicte los dispositivos legales necesarios para restablecer con plenitud el derecho de los trabajadores. Han transcurrido muchos meses de la juramentación de un gobierno de transición democrática, es pues este titulo glorificante el que lo obliga aún más a cumplir con esta obligación impostergable en la brevedad posible, descartando cualquier criterio en contra que sabemos existen en el seno del poder.

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